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Miaka es una dulce jovencita que tiene a su padre a sus pies, este hombre esta perdidamente enamorado de ella y la trata como si fuera su reina, ella al llegar de la calle, lo encontró preparando la cena, él había hecho sopa de crema que tanto a Miaka le gustaba. Él era un perro y no podía resistirse a su amo que era ella, se dirigió a donde ella estaba, le quito los zapatos y calcetines para luego chuparle los pies. Todo comenzó en víspera de navidad, él siempre había sido el ama de casa de su hogar y su esposa era quien trabajaba y pagaba las cuentas, esa noche ella no pudo asistir a la celebración y Miaka se embriago con la champaña, mientras chupaba los pies de su hija sintió que estaba mal lo que hacía, pero la deseaba sexualmente, ella siempre estaba dispuesta a complacer a su padre, con sus pies comenzó a masturbar a su padre, la polla de este hombre estaba hinchada y de ella salía líquido preseminal, él se retorcía de placer, no podía evitar que su pequeña hija hiciera eso, llevaba más de seis meses sin ver a su mujer, desde entonces esa chiquilla trataba a su propio padre como un perro sediento de sexo.